jueves, 21 de enero de 2016

EL VALOR DE LA PRUDENCIA;

Escuela de valores.

La Prudencia, que si bien en sentido estricto es una virtud, es también el valor que nos ayuda a actuar con mayor conciencia frente a las diferentes situaciones de la vida.
La Prudencia es decidida, emprendedora, comprensiva. Ser prudentes no significa tener la certeza de no equivocarnos, por el contrario, la persona prudente muchas veces se ha equivocado, pero ha tenido la grandeza de reconocer sus errores y limitaciones, y ha sabido aprender de ellos, sabe pedir perdón, rectificarse y dejarse ayudar.
La Prudencia, que si bien en sentido estricto es una virtud, es también el valor que nos ayuda a actuar con mayor conciencia frente a situaciones ordinarias de la vida.
La Prudencia muchas veces pasa como inadvertida. Nos admiramos de personas que normalmente toman decisiones acertadas, que parecen como que nunca se equivocan, consiguen lo que se proponen, conservan la tranquilidad aún en momentos difíciles, comprenden a todos... Así es la Prudencia, decidida, emprendedora, comprensiva.
La prudencia es un valor que nos ayuda a reflexionar y considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correctamente.
Ser prudente no es lo mismo que ser inseguro, temeroso, tímido, excesivamente cauteloso y hacer todo lo posible por no tener problemas.
La Prudencia no se vive a través de una apariencia, sino por la manera en que actuamos ordinariamente. Posiblemente lo que más cueste sea reflexionar y conservar la calma en todos los momentos; la mayoría de nuestras equivocaciones son producto del tomar decisiones apuradas, del mal humor, del dejarnos llevar por juicios apresurados... y la falta de prudencia siempre tendrá consecuencias en todos los niveles, personal y colectivo.

Muchas veces decimos cosas que lastiman por el solo hecho de que nos levantamos mal, de que tenemos muchas preocupaciones o cosas que hacer, porque no tenemos capacidad de comprender los errores de los otros. Si buscáramos un momento para pensar, para ver las cosas en su justa medida, muchas cosas serían distintas en nuestra vida, y nos ahorraríamos muchos arrepentimientos.
Ser prudentes no significa tener la certeza de no equivocarnos, por el contrario, la persona prudente muchas veces se ha equivocado, pero ha tenido la grandeza de reconocer sus errores y limitaciones, y ha sabido aprender de ellos, sabe pedir perdón, rectificarse y dejarse ayudar.
El valor de la prudencia nos hace tener un trato justo y generoso con los demás, nos hace perseverantes, capaces de comprometernos, nos hace generar confianza en quienes nos rodean y tener la seguridad de que caminamos por un camino seguro.


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