jueves, 21 de enero de 2016

CLAVES PARA LA EDUCACION DE TU HIJO


by Mauricio Aparicio, Escuela de Valores.

1. Los padres deben educar la voluntad de los hijos y sus sentimientos. Preparar a un hijo para la vida no es satisfacer todas sus voluntades y todos sus caprichos.
Enseña a tu hijo a renunciar y a oír "no". No impongas la renuncia, pero llévalo a aceptarla libremente. Señala la razón del renunciar, su valor y necesidad para la vida. Si no aprende ahora a decir no a lo permitido, luego no sabrá decir no a lo prohibido.

El exceso de mimos y de censuras, críticas y castigos es la principal causa de inseguridad en los jóvenes. Los grandes hombres de la historia soportaron pruebas y privaciones en la vida. Poco se puede esperar de los hombres que nunca supieron lo que son privaciones, renuncias y sacrificios.
2. La cólera es nociva para la educación de los hijos. La ira nos lleva a decir palabras sin pensar y a actuar irreflexivamente.
El hablar sin pensar y el actuar sin reflexionar pueden lastimar, herir, ofender y llevar a cometer injusticias. Habla con tu hijo con calma y ten actitudes ponderadas. La cólera, la ira, la falta de dominio pueden hacer que se cometan desatinos.

Muchos padres, llevados por la ira del momento, hieren el corazón de los hijos con palabras semejantes a éstas: "Tú no sirves para nada." "Maldita la hora en que te engendré." "Tú eres la vergüenza de la familia." "Tú no vales nada." "¡Tú eres un hijo indigno!”
Después, cuando estás en calma, reflexionas y te arrepientes. Pero será demasiado tarde. Las palabras ya fueron dichas y el corazón de tu hijo ya fue herido.
Piensa antes de hablar y reflexiona antes de actuar. A un corazón herido siempre le queda una cicatriz. No hables sin pensar y sin medir el alcance de tus palabras. No hagas un gesto sin medir las consecuencias.
Tu hijo es un tesoro que merece todo el amor, respeto y cariño; es un tesoro de la vida entregado en las manos de los padres.
3. El secreto que un hijo confía al padre o a la madre debe ser como una piedra lanzada al mar. Se esconde en el fondo, nadie la ve, descubre, conoce.
Sé siempre discreto, guarda en lo profundo del corazón el secreto de tu hijo. La confianza, una vez. perdida, difícilmente se recupera.

Un joven comienza a desorientarse desde el momento en que pierde la confianza en sus padres. Mientras los hijos confíen en los padres, tendrán siempre una luz que los ilumine, una guía que los conduzca y, una brújula que los oriente.
4. La mejor escuela de la vida es el ejemplo de los padres. Los hijos precisan más los ejemplos que las enseñanzas.
Los padres no les pueden exigir virtudes y cualidades que ellos no tienen. Vigilando sus propias obras, los padres estarán construyendo la moral de sus hijos. ¿Qué ejemplos les das? ¿A ti te gustaría que tus hijos hicieran lo que tú haces?

5. La misión de los padres es orientar, esclarecer, amar, comprender, incentivar. Actuar así es darle la oportunidad a tu hijo para que se afirme en la vida. El amor que los hijos reciben de los padres y la confianza que éstos depositan en ellos es para los jóvenes un seguro amparo de vida.
6. El desahogarse es una necesidad psicológica de toda persona. Tu hijo muchas veces está psicológicamente agobiado y siente la necesidad de desahogarse. Precisa decir lo que siente.
Escucha con paciencia y benevolencia su desafío, aunque hable en forma agresiva e irritada. Aprende a escuchar con paciencia y atención el desahogo de tu hijo y evitarás muchas discusiones, desavenencias y contrariedades.

Deja que tu hijo diga todo lo que siente y, cuando esté en calma, estará en condiciones de razonar y reconocer el error. Comparte las dudas, angustias y problemas de tu hijo y él será tu amigo.
7. Saber escuchar en silencio es una virtud que los padres también deben tener. Antes de contradecir a tu hijo, escucha, analiza y trata de comprender lo que él quiere decir. Y después habla, pero con amor.
Cuando los padres se precipitan en responder o en contradecir al hijo, pueden cometer una injusticia o interpretar de modo incorrecto, y esto suscita la rebeldía del hijo.

Deja que tu hijo hable y oiga pacientemente, y sólo después habla, analiza, medita y dialoga con él. Una persona irritada no está en condiciones de oír y comprender.
8. Deja que tu hija hable, sólo escucha. Después dialoga calma y serenamente con ella. Tal vez ella diga muchas cosas equivocadas, pero analizándolo bien encontraremos muchas verdades entre los errores.
Apreciar y valorizar lo bueno da mejores resultados que señalar y condenar de inmediato lo equivocado. A nadie le gusta ser refutado y censurado al instante.

Muchos padres no defienden la verdad, pero si sus puntos de vista para que prevalezcan sobre los puntos de vista de sus hijos. El hijo no es un adversario a combatir, sino un amigo a conquistar. Y para conquistar nada mejor que saber oír.
9. Tu hijo precisa consejos y recomendaciones, pero deben ser bien dosificados, dados con amor y bondad. Una andanada de consejos y recomendaciones irrita y satura. El exceso, en lugar de producir efectos positivos, trae resultados negativos. Da a tu hijo los consejos más útiles y prácticos, no los más agradables. Dale un consejo como una sugerencia y no como una imposición.
10. ¡Cuántos jóvenes aún no descubrieron el verdadero sentido de la vida! Viven y no saben por qué. Estamos en este mundo para amar y hacer el bien, el amor nos une unos a otros y todos unidos amaremos a Dios. El amor siempre trae unidad y conlleva a hacer obras de bien. Una vida sin amor es una vida vacía y sin sentido.
ACCIONES QUE PODEMOS HACER ANTE NUESTROS HIJ@S….
1. No me des todo lo que te pido. A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo pedir.

2. No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
3. No me des siempre órdenes. Si en vez de órdenes me pidieras las cosas, yo lo haría mas rápido y con más gusto.
4. Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; pero también un castigo.
5. No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o mi hermana. Si tu me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra.
6. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decide y mantén esa decisión.
7. Déjame valerme por mí mismo. Si tus haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
8. No digas mentiras delante de mí, no me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
9. Cuando yo haga algo malo, no me exijas que te diga él “por qué lo hice”, a veces ni yo mismo lo sé.
10. Cuando estés equivocado en algo, admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti y me enseñaras a admitir mis equivocaciones también.
11. Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos; ya que por que seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser amigos también.
12. No me digas que haga una cosa si tu no la haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tu hagas aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que tu digas y no lo hagas.
13. Enséñame a amar y a conocer a Dios. No importa si en el colegio me quieren enseñar, por que de nada vale, si yo veo que tú ni conoces ni amas a Dios.
14. Cuando te cuente un problema mío no me digas: “No tengo tiempo para boberías”, o “eso no tiene importancia”. Trata de comprenderme y ayúdame, las cosas poco importantes para ti pueden ser grandes cosas para mí, mira que tu muchas veces me dices que te entienda en tus asuntos para ti tan trascendentales, aunque yo no los comprenda.
15. Quiéreme y Dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tu no creas necesario decírmelo.
La vida nos es dada para crecer siempre más en el amor y para engrandecernos a través de la práctica del bien. Educar no es sólo combatir el mal, señalar y censurar los errores; educar es sobre todo incentivar el bien, impartir buenas costumbres, valorizar las buenas obras y estimular. El exceso de críticas y de censuras elimina el incentivo y el deseo del bien. Pero apreciar y valorizar las cosas buenas estimula y anima a proseguir el camino del bien y a mejorar. El exceso de críticas y censuras lo vuelve inseguro, angustiado y alterado.
Señala con amor los errores de tu hijo, aprecia sus virtudes, incentiva el bien y valoriza sus buenas acciones. Que la crítica, la censura y la reprensión sean siempre constructivas y no destructivas. Que sean siempre positivas y no negativas. Recordar errores pasados y ya perdonados, desestimula y desanima. No es agradable oír siempre la misma queja, oír siempre la misma melodía de las personas que persisten en tocar la misma tecla.
Olvida los errores cometidos por tu hijo en el pasado, e incentiva el bien en el presente, valorizando sus buenas acciones, por pequeñas que sean. Y así, si él fuera malo, tratará de ser bueno, y si fuera bueno se esforzará para ser mejor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario