jueves, 21 de enero de 2016

CIRUGÍA A CORAZÓN ABIERTO

Un hombre sufrió un serio ataque cardiaco y tuvo cirugía a corazón abierto. Al despertar de la cirugía, se encontró bajo el cuidado de algunas monjas en un hospital católico. Durante su recuperación, una de las monjas le hizo algunas preguntas acerca del pago de su operación. La monja le preguntó si tenía seguro médico. El respondió, con voz áspera: No tengo seguro médico. La monja le preguntó si tenía dinero en el banco. El le replicó: No tengo dinero en el banco. La monja le preguntó: ¿Tiene usted algún pariente que le podría ayudar? El le contestó: Sólo tengo una hermana solterona, que por cierto, es monjita.   La monja se alteró un poco y le dijo con voz fuerte: ¡Las monjas no son solteronas! Las monjas están casadas con Dios. El paciente le respondió: ¡Es cierto! Mándele la cuenta a mi cuñado.

Hoy vamos a hablar de otra clase de operación, que sin embargo se relaciona con la cirugía a corazón abierto. Ya veremos por qué. Vamos a empezar con la renovación del pacto entre Dios y Abraham.

Génesis 17:1-8 “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. 2Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. 3Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: 4He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. 5Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. 6Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. 7Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. 8Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos”


Han pasado trece años desde los eventos del capítulo anterior, y Dios vuelve a aparecerle a Abraham. Dios le cambia el nombre de Abram, que significa "padre enaltecido", a Abraham, que significa "padre de muchos". De esta manera, le indicaba que él llegaría a ser el padre de una gran multitud de descendientes.

Además de multiplicar la descendencia de Abraham, Dios le daría la tierra de Canaán. Esta es la tierra que hoy conocemos como Israel. Quiero que recuerdes algo acerca de la descendencia de Abraham: él tendría dos clases de descendientes. Algunos de ellos serían sus descendientes físicos, y otros serían sus descendientes espirituales.

Dios le dio a Abraham una señal que debían de guardar él y sus descendientes generación tras generación. Esta señal los marcaría como personas que estaban en un pacto con Dios. Sería algo así como un anillo de bodas; cuando una persona lleva el anillo matrimonial, esto indica a todos que ha entrado en un pacto con su cónyuge. Veamos cuál era la señal del pacto que Dios le dio a Abraham.

Génesis 17:9-14 “Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. 10Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. 11Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 12Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. 13Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. 14Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.

La circuncisión es una operación que quita un pedazo de piel del miembro viril del hombre. Era una señal entre Dios y los israelitas, así que no era necesario que otras personas lo vieran. Era un pacto que se extendía de generación a generación y que prometía una descendencia numerosa. Por eso envolvía el órgano generativo. Después de darle a Abraham esta señal del pacto, Dios también cambió el nombre de Saray. Ahora se llamaría Sara, que significa "princesa". Era muy apropiado que una mujer que iba a ser la madre de reyes se llamara Princesa. Luego, Abraham y los varones de su casa cumplieron con la nueva señal del pacto, circuncidándose.

¿Recuerda alguien cuántos años vivió Abraham antes de Cristo? Así es, unos 2.000 años antes de Cristo. Los años subsiguientes, de muchas formas diferentes, cuentan la historia del cumplimiento de esa promesa a Abraham. Para unos seiscientos años después, Dios había tomado la descendencia de Abraham y la había convertido en una nación de unos 2.500.000.  Si Dios es capaz de tomar una pareja de ancianos y hacer de ellos una nación de millones de personas - simplemente porque El se lo prometió - te aseguro que El también es capaz de cumplir sus promesas en ti. No dudes de su poder para cumplir sus promesas. El lo hará a su tiempo, como lo hizo con Abraham.

Seiscientos años después, Dios levantó a Moisés para continuar con el desarrollo de su propósito en la nación de Israel. Hizo un pacto con su pueblo por medio de Moisés, que era una ampliación y extensión de su pacto con Abraham. Dios les dio a los israelitas - los descendientes físicos de Abraham - sus reglas acerca de la vida que debían de llevar como su pueblo, y confirmó su pacto con ellos.  Una de las reglas que se encontraba en la ley de Moisés era el requisito de circuncidar a los bebés varones. La circuncisión indicaba que el hombre formaba parte de la comunidad del pacto. Recuerden, entonces, que Abraham tuvo dos clases de descendientes.

I. La señal del pacto en cuanto a Israel era la circuncisión física
Las bendiciones de este pacto eran mayormente físicas: la multiplicación del pueblo de Israel, la tierra que Dios les prometió, la victoria sobre sus enemigos. De igual manera, la señal del pacto era también una señal física. Esta marca física demostraba quién estaba dentro del pueblo de Dios.  Dios sabe que nosotros tenemos una mente muy concreta, y que comprendemos las cosas mejor cuando tenemos una idea física en la que nos podemos basar. No nos debe de sorprender, entonces, cuando vemos que el Antiguo Testamento se expresa en términos muy físicos. Estos términos sirven muchas veces para ilustrar realidades espirituales.

Cuando llegamos al Nuevo Testamento, descubrimos que hubo todo un conflicto dentro de la Iglesia acerca de esta misma cuestión de la circuncisión. La pregunta era ésta: ¿deben los creyentes en Cristo Jesús de ser circuncidados también? Había un grupo dentro de la iglesia que decía que sí, que los creyentes básicamente se estaban convirtiendo en judíos, y que tenían que circuncidarse.
Otro grupo decía que no, que la circuncisión era algo que había pertenecido al pacto antiguo, y que ya no era necesario. Tú quizás te hagas esta pregunta también: ¿debo de circuncidarme o de circuncidar a mis hijos por razones religiosas?  Veamos la conclusión que sacó la Iglesia primitiva acerca de este asunto.

Hechos 15:5-11  “Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés. 6Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. 7Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. 8Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; 9y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. 10Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.

Observemos dos cosas importantes en este pasaje. Primeramente, el impulso para requerir la circuncisión de los gentiles vino de parte de algunos fariseos que se habían convertido. Ellos todavía no habían captado la profundidad de la gracia de nuestro Dios. Todavía querían mezclar con el mensaje de salvación por gracia, por medio de la fe, algunas obras.

En segundo lugar, vemos que Pedro reconoce que Dios había dado el Espíritu Santo a gentiles incircuncisos, mostrando así que El los aceptaba. El purificó sus corazones - y purifica nuestros corazones - por medio de la fe.

Este pensamiento lo desarrolla el apóstol Pablo - quien había estado presente en el concilio en Jerusalén - en Romanos 2:29. Leamos este versículo: "sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios." Aquí vemos que, ahora, la circuncisión física no tiene ninguna importancia. Se discute su valor médico, y no tengo el conocimiento suficiente para comentar sobre ese punto. Espiritualmente, sin embargo, podemos decir claramente que la circuncisión física ya no importa. Porque

II. La señal del pacto en cuanto a la Iglesia es la circuncisión del corazón
Nosotros ahora vivimos bajo otro pacto, aunque somos descendientes de Abraham. ¿Se acuerdan que les dije que Abraham tiene dos clases de descendientes? La primera clase de descendientes de Abraham son sus descendientes físicos, la nación judía. La marca de esta descendencia era una marca física, y los beneficios eran mayormente físicos.

La segunda clase de descendientes de Abraham son sus descendientes espirituales. Entre ellos estamos tú y yo, si tenemos la fe de Abraham. Pablo dice, en Gálatas 3:8-9: "La Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el evangelio a Abraham: 'Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones'. Así que los que viven por la fe son bendecidos junto con Abraham, el hombre de fe."

La circuncisión física era la marca del pacto entre Dios y los descendientes físicos de Abraham, pero la marca del pacto entre Dios y los descendientes espirituales de Abraham es la circuncisión del corazón. Es una cirugía que el Espíritu Santo opera en nuestro corazón cuando aceptamos a Cristo, arrepintiéndonos de nuestro pecado.

Significa que el Espíritu nos sella como suyos, nos transforma y nos marca para Dios. En nuestra realidad espiritual hay una marca que nos separa para Dios, que nos identifica como suyos y que indica que estamos en pacto con El. Significa que somos sus hijos, que le pertenecemos a El. Esta realidad espiritual la tenemos que expresar en nuestro diario vivir. Si el Espíritu Santo ha transformado tu corazón cuando tú aceptaste a Cristo como tu Señor y Salvador, es hora de que quites de tu mente y sentimientos cualquier resto, cualquier vestigio de tu pecado pasado y vivas con un corazón abierto a Dios.


Conclusión
Dios le prometió a Abraham una descendencia increíblemente numerosa, y tú y yo nos encontramos entre ellos, si compartimos su fe. Piénsalo: Dios le dijo a Abraham que sus descendientes serían como las estrellas del cielo. Cuando Abraham miraba hacia arriba de noche, una de las estrellas que veía te representaba a ti.

El Dios que es fiel en cumplir su pacto con Abraham en la historia del pueblo de Israel también cumplirá todas sus promesas a nosotros. Lo que nos llama a hacer es creer en El. ¿Se acuerdan de lo que dice el versículo? "Abram creyó en el Señor, y El se lo reconoció por justicia" (Génesis 15:6). No dejes de confiar en Dios. No dejes de creer sus promesas. No te alejes de El. El cambio que El ha hecho en tu corazón - si has creído en Cristo - es la prueba de que El cumplirá sus promesas en ti. Sólo esa cirugía a corazón abierto te puede dar un futuro seguro en El.

No hay comentarios:

Publicar un comentario