jueves, 21 de enero de 2016

VALORES ESPIRITUALES

by ESCUELA DE VALORES; Mauricio Aparicio

Los valores espirituales están relacionados entre sí como si de una gran familia se tratase. De la paz y la felicidad surge la alegría interior. Este estado de plenitud despierta el amor y con él, el deseo de dar y compartir. Dos de sus parientes son la tolerancia y el respeto.

Todos los valores tienen un componente genético de herencia que les une, y éste es la paz espiritual. Cuando pierdes la paz, lo pierdes todo.

Cuando estás en paz puedes escuchar con atención y estar completamente presente. Esto es un acto de amor que los demás agradecerán. De la paz nace el amor y se manifiesta en la forma de respeto y aceptación.

El amor no es sólo un sentimiento, si no que se demuestra en las palabras y en las acciones. El amor es la fuerza que te da vida. Cuando recibes amor pierdes el miedo y eres capaz de dar lo mejor de ti mismo. La forma práctica del amor es el respeto.

Respeto significa aceptar que cada individuo es único y distinto, pero que, a la vez, tiene algo importante y valioso que aportar. Muchos creen que la felicidad se consigue a través de la riqueza material.

Pero no es más rico el que más tiene sino el que menos desea. Ser feliz es el fruto de la apreciación de todo lo que la vida te ofrece cada día, a cada momento.

Amar las cosas sencillas es humildad. Significa respetar todo aquello que la vida te presenta.
Significa apreciar y valorar cada cosa en su medida. Significa permanecer enfocado en la paz interior y no perder el bienestar personal.


LA BIBLIA FOMENTA LOS VALORES MÁS ELEVADOS
Los sabios consejos de la Biblia no tienen comparación. Sus recomendaciones son siempre provechosas, y han resistido la prueba del tiempo. Algunos consejos bíblicos son trabajar duro, ser honrado, usar el dinero sabiamente y no ser perezoso (Proverbios 6:6-8; 20:23; 31:16).

Siguiendo esa misma línea, Jesús recomendó: “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan” (Mateo 6:19, 20).

Ese oportuno consejo es tan válido hoy en día como lo fue hace dos mil años. En vez de vernos entrampados por el afán de conseguir riquezas, tenemos la posibilidad de beneficiarnos de seguir un modo de vida superior. La clave está en acumular tesoros espirituales, que llevan a una vida de verdadera felicidad y satisfacción. ¿Cómo lograrlo? Leyendo la Palabra de Dios, la Biblia, y poniendo en práctica sus enseñanzas.


LOS VALORES ESPIRITUALES Y SUS RECOMPENSAS
Cuando nos regimos por valores espirituales, obtenemos beneficios físicos, emocionales y espirituales. Tal como la capa de ozono de la atmósfera terrestre nos sirve de escudo contra los rayos solares dañinos, los principios morales sólidos nos protegen al exponer los efectos peligrosos del materialismo. El apóstol Pablo escribió: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores” (1 Timoteo 6:9, 10).

La persona materialista pretende conseguir más dinero, posición y poder. Con mucha frecuencia recurre a medios tortuosos y fraudulentos para lograr dicho objetivo. La búsqueda de riquezas le roba tiempo, fuerzas y aptitudes, e incluso el sueño (Eclesiastés 5:12). No hay duda de que el afán de tener más supone un obstáculo para el progreso espiritual. El hombre más grande de todos los tiempos, Jesucristo, señaló claramente cuál era el mejor camino: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3). Sabía que las riquezas espirituales producen recompensas permanentes y son mucho más importantes que las ganancias materiales pasajeras (Lucas 12:13-31).


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